Un día como otro cualquiera, empiezas tu practica, fluyes en cada postura, sientes como tu cuerpo se estira y alivia esas tensiones que se han ido creando a lo largo del día.
Esas tensiones que tu subconsciente sabe que son exactamente pero tú las ignoras porque son dolorosas. Hasta que llega un momento donde entras en una postura con delicadeza pero con fuerza y abres bien tu pecho, dejándole todo el espacio necesario al corazón. Sin saber bien por qué sientes ganas de llorar, y las reprimes porque entra tu mente, tú yo inferior diciéndote ¿porque lloras si estas bien?, no estas bien de la cabeza, estas haciendo una clase de yoga y ahora quieres llorar. Todo porque nos han enseñado que llorar significa que estas mal, triste, que algo no va bien. Pero piensa que aunque así sea, no pasa nada, acéptate y deja fluir ese sentir.
Llorar desde dentro significa liberar esos nudos que están en nuestro interior y hacer que los hilos que fluyen por nuestro cuerpo cómo canales energéticos se vuelvan a conectar uniendo la mente con el corazón. El llanto, las lagrimas es la chispa que va hacer que todo vuelva a funcionar correctamente, es la que te va hacer sentir que te estas aceptando, te estas queriendo y que bonita sensación es darse cuenta que todo lo bonito que estas buscando en otras personas, amigos, pareja, familia, esta dentro de ti.
No es malo que aparezca emociones en nuestro cuerpo, el poder esta en reconocerlas y transformarlas. Ira, enfado, impotencia, tristeza, miedo, etc. esconderlas o reprimirlas no tiene sentido en la practica, porque cuando estas trabajando tu cuerpo estas trabajando tus emociones. Siéntelas y respíralas, déjalas fluir como fluye el agua de un río.
Porque cuando todo fluye, esos bloqueos energéticos trascienden y le dan paso a la calma, la paz interior, al amor.
El objetivo de la practica de yoga no es alcanzar una buena flexibilidad, no sirve de nada tener una buena flexibilidad física si no eres flexible contigo mismo en tu vida cotidiana.
Respira, siéntete, todo está bien.